CARTA DE UN PERIODISTA DE DERECHOS HUMANOS A LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN CRISTINA FERNÁNDEZ SOBRE LAS CÁRCELES DE MALA MUERTE
Para romperle el cerco
(AW) "Nadie mató más hijos del pueblo en el encierro y en los barrios del pobrerío que el Estado kirchnerista, luego de la última dictadura cívico militar. Durante el kirchnerismo se elevó el número de presos y cautivas de 22 mil a 70 mil, aunque ahora se registran alrededor de 66 mil. Por su parte, los distintos servicios penitenciarios del país despliegan un plan sistemático de represión clandestina destinado a la muerte o a aniquilar la entidad humana de los seres privados de libertad. Este último concepto no es especialmente mío, en palabras similares lo afirmó la doctora Cristina Beute, fiscal federal de Neuquén en ocasión de presentarse el libro "Cárceles de Mala Muerte", días atrás. En el mismo evento, Lolin Rigoni, de Madres de Plaza de Mayo Filial Neuquén y Alto Valle sostuvo que los presos de hoy son los desaparecidos de los '70". "Señora, usted sabe como abogada que nadie debe morir en una cárcel -salvo inusitada excepción-, dado que existe -en teoría- un criterio sanitario que para permanecer tras las rejas, hay que tener 18 años y poseer un estado más o menos saludable. Ya que si un ser humano preso está herido o enfermo, de acuerdo a la ley, debe ser internado. Si tiene más de 70 años, generalmente accede al arresto domiciliario. Y si padece una enfermedad terminal debe morir en su casa o en el hospital. Y acá viene lo indignante, señora. La tasa de mortalidad es superior en la cárcel que fuera de ella, donde están todos los grupos de riesgo, donde suceden desde las muertes súbitas de los bebés hasta los incidentes de tránsitos, donde están los hombres y mujeres muy ancianos y aquellos que no acceden a alimentos ni a la salud porque fueron despojados de todo derecho. ¿Cómo explica usted que en un sitio en el que nadie debiera morir sucumben más personas que en la "sociedad libre" cuyos guarismos de decesos deberían ser infinitamente superiores?". Parte de la Carta enviada a Cristina Fernández por el periodista Oscar Castelnovo, militante de nuestra Agencia y de la AgruPasión Para la Libertad, luego de que dos integrantes del kirchnerimo le manifestaran que existe un "cerco" que impide a la presidenta de la Nación enterarse de la brutal realidad sufrida por millones de argentinos. Votos y crímenes. Reflexiones y propuestas. Militarización o vida.
Señora presidenta:
Le escribo estas líneas luego de que dos amigos que militan en el kirchnerismo me relataron con seria preocupación que hay crímenes aberrantes cometidos por el Estado que usted dirige de los cuales ni se entera, que hay cuestiones que no le llegan porque se las ocultan. Estamos hablando de violaciones tremendas y cotidianas a los derechos humanos, perpetradas durante su gestión y la de su difunto esposo por instituciones y hombres bajo sus mandos y el de los gobernadores. Se trata del Servicio Penitenciario Federal, Policía Federal y las distintas policías y servicios provinciales. El argumento es idéntico al que en su momento esgrimían quienes sostenían que el Brujo López Rega había creado "un cerco" que impedía a la Jota Pe, entre otros, llegar al general Perón. Del mismo modo, ahora habría hombres de su gabinete, asesores y personajes tras las sombras que le recortan información y manipulan las denuncias que debería atender.
Si es así, está usted en serios problemas: Nadie mató más hijos del pueblo en el encierro y en los barrios del pobrerío que el Estado kirchnerista, luego de la última dictadura cívico militar. Durante el kirchnerismo se elevó el número de presos y cautivas de 22 mil a 70 mil, aunque ahora se registran alrededor de 66 mil. Por su parte, los distintos servicios penitenciarios del país despliegan un plan sistemático de represión clandestina destinado a la muerte o a aniquilar la entidad humana de los seres privados de libertad. Este último concepto no es especialmente mío, en palabras similares lo afirmó la doctora Cristina Beute, fiscal federal de Neuquén en ocasión de presentarse el libro "Cárceles de Mala Muerte", días atrás. En el mismo evento, Lolin Rigoni, de Madres de Plaza de Mayo Filial Neuquén y Alto Valle sostuvo que los presos de hoy son los desaparecidos de los '70. Si tiene dudas, ambos testimonios fueron escuchados por un nutrido auditorio, además de constar en mí archivo personal.
¿Quién debe morir en una cárcel?
Señora, usted sabe como abogada que nadie debe morir en una cárcel -salvo grandísima excepción-, dado que existe -en teoría- un criterio sanitario que para permanecer tras las rejas hay que tener 18 años y poseer un estado más o menos saludable. Ya que si un ser humano preso está herido o enfermo, de acuerdo a la ley, debe ser internado. Si tiene más de 70 años, generalmente accede al arresto domiciliario. Y si padece una enfermedad terminal debe morir en su casa o en el hospital. Y acá viene lo indignante, señora. La tasa de mortalidad es superior en la cárcel que fuera de ella, donde están todos los grupos de riesgo, donde suceden desde las muertes súbitas de los bebés hasta los incidentes de tránsitos, donde están los hombres y mujeres muy ancianos y aquellos que no acceden a alimentos ni a la salud porque fueron despojados de todo derecho. ¿Cómo explica usted que en un sitio en el que nadie debiera morir sucumben más personas que en la "sociedad libre" cuyos guarismos de decesos deberían ser infinitamente superiores?
Le comento, tampoco fue un descubrimiento mío, un abogado asesor del Estado planteó este tema, días atrás, durante la presentación del Informe Anual de la Procuración Penitenciaria de la Nación, en el Congreso Nacional. Dos centenares de personas lo escucharon y aún guardo sus palabras en mi archivo personal.
Y para colmo, tal como lo denunciaron compañeros de Ciudad Interna, en su momento, y otras organizaciones de presos y cautivas, las muertes son por herida corto-punzante, ahorcamiento, fracturas múltiples, entre otras causas, que señalan claramente responsabilidad de sus agentes. A veces provocadas por los "coche bomba", es decir los presos reclutados por sus hombres para "tercerizar" la masacre, lo que agrega aún más responsabilidad estatal y califica a los homicidios. Pero aún si alguien muriese de enfermedad en una prisión también es una responsabilidad del Estado que usted dirige, junto a los provinciales, según corresponda. Y ni hablar en el caso de los "inmolaciones" donde el servicio penitenciario se destaca como principalísimo organismo de ayuda al suicida. Por caso, ¿sabía usted que la picana eléctrica se aplica en prisiones argentinas, como también el submarino seco o húmedo, la bienvenida, el plaf-plaf, el pata-pata, la pirámide humana, la introducción de palos en el ano, simulacros de fusilamientos? Le pido que no crea en mis palabras, lea "Cuerpos castigados", investigación de la conocida socióloga Alcira Daroqui y Carlos Motto, donde queda establecido que el 64 por ciento de los presos fue torturado (creo que un porcentaje alto de ese 36 restante calló por miedo, comprensiblemente), con las sevicias más crueles, no solo por los uniformados de requisa o "la pesada", sino también por médicos y enfermeros del SPF que, en su mayoría, se suman entusiastas a los asesinatos y a su posterior silenciamiento. Todo lo que refiero se perpetró durante el kirchnerismo ¿No lo cree? Pues, en el volumen están los testimonios.
Dígame, ¿no ve ahora un poco más claro el plan sistemático de represión estatal para la muerte o el aniquilamiento de la entidad humana del que hablábamos más arriba?
Mujeres en prisión
Señora, ¿sabía que se obliga a mujeres en el encierro a desnudarse y hacer flexiones, como en la dictadura, o que se realizan requisas vaginales y anales aunque las prohíba la ley? ¿Sabía que hay compañeros y compañeras que optan por decirles a sus familiares que dejen de visitarlos para evitarles esta requisa humillante, ellos también la sufren, y así se pulverizan los vínculos más cercanos y necesarios? Aunque recogí muchos testimonios personalmente sobre este tema, prefiero recomendarle el libro "Mujeres en prisión". Se trata de una investigación realizada por un equipo conformado por profesionales, todas mujeres, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la Comisión sobre Temáticas de Género de la Defensoría General de la Nación y la Procuración Penitenciaria de la Nación (PPN).
En el mencionado volumen, por ejemplo, se halla el siguiente fragmento: "Cabe destacar que muchas veces las detenidas señalan que estas prácticas violentas o los controles e inspecciones de sus espacios y sus cuerpos son ejercidos por varones, lo que suele ser vivido como un plus violento y degradante del ejercicio del poder penitenciario sobre ellas. A este respecto una entrevistada describe lo siguiente: "Una requisa fue muy violenta, fue muy humillante, nos hacían desnudar delante de hombres, rompieron todo. El médico se reía detrás del pabellón. Estuvimos dos horas de pie contra la pared hasta que hicieron la requisa" (Unidad 3).
Por mi parte, he comprobado como madres entre rejas llaman por teléfono a sus hogares e interrogan: "¿Te bañaste?, ¿hiciste la tarea? Realmente me emociona ver el esfuerzo de cuidar a los hijos desde el encierro. Aunque, en ocasiones, ese esfuerzo y ese amor no pueden vencer a la ferocidad que se ensaña con los más débiles. Entonces, le pregunto, señora, ¿tiene algún sentido negar el arresto domiciliario a una mujer, madre y jefa de familia, para desarticular la misma y promover el desamparo de los pibes y chicas que generalmente terminarán también institucionalizados? ¿Le encuentra algún sentido? ¿Y si no se lo encuentra, por qué no toma una iniciativa en esa dirección?
Codo a codo
Señora, ahora le brindaré una reflexión de un ser humano en situación de cárcel por demás interesante: "Cuando se piensa en el servicio penitenciario, hay una tendencia a identificarlo con la imagen del carcelero, una especie de máquina idiota de aplicar sufrimientos. Y creo que no estaría de más recordar aquí que en la cárcel- ese dispositivo de control y castigo- trabajan, codo a codo con el carcelero, una legión de profesionales: criminólogos, médicos, psiquiatras, psicólogos, asistentes sociales, docentes. Todos ellos avalan y justifican las prácticas cotidianas de aquella máquina. Los psiquiatras te mantienen lo suficientemente drogado como para que no pienses ni cuestiones. Los psicólogos elaboran «perfiles» de l@s pres@s, que servirán a su vez a los criminólogos para determinar el «tratamiento» adecuado a la población en función de categorías como conflictividad, adaptación al régimen, liderazgo negativo; los médicos (cuando están) te observan morir y luego certifican paros cardiorrespiratorios, sin distinción de razas, sexo o religión ni -por supuesto- causa real de la muerte. A la vez, nada de esto sería posible sin la cobertura que buena parte del Poder Judicial aporta a la «familia penitenciaria», mediante la desestimación sistemática de recursos de amparo y hábeas corpus interpuestos por l@s detenid@s y la escasa (y nula, en muchos casos) investigación de los delitos cometidos por personal de «la familia».
Para quienes habitamos las prisiones no es novedad, pero es imprescindible repetirlo una y otra vez: es el Estado, a través de sus múltiples agencias y funcionarios, el que tortura y mata en las cárceles argentinas".
Traslado de Devoto
Señora, ahora quiero referirle sobre este tema una posición contraria al que le han recomendado sus asesores.
En días previos a las elecciones primarias, usted anunció el traslado de ésta cárcel a un descampado de Mercedes. En Devoto hay cerca de 1700 presos, usted, como mujer militante, ¿realmente cree posible que los familiares, todos pertenecientes al pobrerío, que viven en La Boca, Soldati o Lugano, entre otros barrios, puedan costear el viaje a Mercedes? ¿No pensó que se van triturar los lazos que, por el contrario, debieran afianzarse? Vuelvo a recordarle su condición de abogada. Usted sabe bien que los letrados de oficio, en general, van mal, tarde o nunca a ver a sus defendidos, eso cuando el penal les queda cómodo. Imagínese si así van a Devoto, como lo harán a Mercedes. ¿De verdad no advirtió que se verá afectado el derecho a la defensa en juicio de centenares de personas?
Por otra parte, estoy seguro que conoce la trayectoria del Centro Universitario Devoto, es un ejemplo en todo en el mundo y surgió mucho antes que a usted, dizque, le aplicaran el cerco. ¿Sabía que el CUD solo posee un 7 por ciento de reincidencia frente a casi un 50 de quienes no estudian allí? ¿Sabe que el traslado va a desintegrar al CUD? ¿Le parece que los docentes de la UBA, talleristas, ONGs y otros, podrán viajar a Mercedes como lo hacen a Villa Devoto, sin perder los empleos, por ejemplo?
Señora, si antes un vecino compró una casa más barata por estar ubicada cerca de la cárcel, ahora no resulta ético multiplicar el patrimonio inmobiliario sobre el sufrimiento de otros, y menos ético es ganar votos con ello. Y le informo que somos muchos los que nos oponemos a esa medida, incluidos vecinos del barrio de Villa Devoto.
¿Cuál es su verdadero poder de decisión?
Señora, por si no se enteró debo decirle que el CUD, en 25 años de existencia, jamás había sufrido un ataque tan feroz como el que debió enfrentar durante su gobierno. El cabecilla de esa cruzada contra estudiantes y docentes universitarios fue Alejandro Marambio Avaría, jefe de asesinos y torturadores, al frente del SPF de 2007 a 2011. Si es posible, quisiera razonar junto a usted: Marambio era titular de una Dirección Nacional, que es menos que una Subsecretaría de la cual depende, que es menos que la Secretaría a la cual se supedita, que es menos el Ministerio que integra, que es menos que la Jefatura de Gabinete y que es menos que la presidenta de la Nación en la línea política administrativa de gestión. ¿Cómo es posible que un funcionario de sexta categoría, decida sobre la vida y la muerte con total impunidad, resuelva quienes ingresan y quienes no a un penal, gradúe la intensidad del verdugueo a los familiares, prohíba la entrada a un organismo de derechos humanos, niegue el ingreso a Devoto al embajador de Francia, elabore un obstáculo tras otro para impedir el contralor de la Procuración Penitenciaria de La Nación y robustezca sus bolsillos con negociados, entre otros.
Marambio fue sostenido, durante toda su nefasta gestión, por todos sus funcionarios, señora, desde Julio Alak hasta Aníbal Fernández, a pesar de las innumerables denuncias que contra él proliferaron por parte de familiares, organismos, periodistas, presos y cautivas y hasta familiares de agentes penitenciarios.
Me pregunto, ¿debemos creer que nunca se enteró?
Y, encima, ahora el intelectual a la carta Horacio González, entre otros, lo blanquea invitándolo a dar charlas en la Biblioteca Nacional a pesar que durante su gestión crecieron geométricamente las muertes, torturas y latrocinios en las cárceles federales.
Desmilitarización y control popular
Señora, ya habrá advertido que milito en las filas del abolicionismo, la cárcel no sirve nada más que para destruir la entidad humana y solo rinde, a quienes la regentean, grandes dividendos luego derivados a cuentas suizas y lujos de funcionarios. Así lo demuestran sus más de 2 siglos de existencia devastando a los más pobres. Este tipo de cárcel surgió con el capitalismo, y llegará el día en que será un oprobioso recuerdo.
Pero la única opción al abolicionismo no es la barbarie sangrienta que se desarrolla en su gestión. Usted dice bien cuando afirma que nuestro país es uno de los 10 en el mundo que tienen matrimonio igualitario. Pero omite que las personas gays o trans soportan un plus de castigo, cuanto menos en las cárceles de hombres, donde la homofobia es política oficial. Y lo que calla es que nuestro país es uno de los poquísimos del planeta que mantiene un servicio penitenciario militarizado. ¿Realmente lo cree necesario? ¿Le parecen indispensables las balas, los fusiles y la garroterapia para ocuparse del estudio, la salud y el trabajo de los seres humanos en prisión? Según todas las opiniones recogidas es el principal obstáculo, precisamente. Si ya es imposible educar para la libertad en el encierro, es absurdo creer que se puede lograr bajo el terror permanente.
Por otra parte, le recuerdo en 2004, su marido firmó un pacto internacional contra la tortura y otros tratos inhumanos, el mismo establece la creación de un Mecanismo Nacional de Prevención mediante el cual organismos humanitarios, ONGs, etc, pueden auditar, controlar, denunciar, llegar sorpresivamente a los penales y de esa manera poner freno a la masacre en estos nuevos campos de concentración. Estamos casi en 2012 y no existe tal mecanismo, solo media sanción en diputados, un cajoneo que nadie puede soslayar y un control popular que no se efectúa.
¿No está de acuerdo con lo de campos de concentración? Bueno, así lo definió la Coordinadora Anticarcelaria, que integro. Así los nombra, por caso, Gladys Rodríguez, secuestrada durante la dictadura y hoy referente de Zainuco, así los nombra Alicia Bernal, militante de fierro de la Comisión Antirrepresiva y por los Derechos Humanos de Rosario, así los nombra Adriana Revol, luchadora popular de Córdoba, entre cientos de militantes y así lo creo yo. Y, sobre todo, así los nombran cautivos y presas cuyas identidades reservo para evitarles represalias. Los nuevos campos no son iguales a los de la dictadura argentina del 76', como aquellos no eran exactamente iguales a los del nazismo. Pero, la represión estatal y clandestina, la tortura diaria (picana, submarino, simulacros de fusilamiento, señora) y las muertes silenciadas son elementos comunes a todos.
Es mí deber advertirle que los crímenes cometidos por el Estado son imprescriptibles e inamnistiables. Y, quiero citarle un fragmento del jurista internacional Carlos Slepoy -de gran actuación en el juicio a las dictaduras militares de Videla y Pinochet-,escrito en el libro "Cárceles de Mala Muerte", referido a las violaciones a los derechos humanos: "A diferencia de los estados dictatoriales, a los que se supone violadores de esos derechos, a los estados democráticos se les presume su protección. Desde este punto de vista es más grave que los delitos que comentamos sean cometidos por los estados democráticos. Precisamente porque se amparan en las leyes para vulnerarlos".
Señora, esto significa que los autores materiales y mediatos serán buscados para su castigo por siempre. Por eso creo que sus asesores y funcionarios no le hacen ningún favor edificando el cerco que le impide ver y escuchar la realidad. Quizá sea hora de pedir perdón al pueblo por estos crímenes y comenzar por desmilitarizar la fuerza nefasta, porque más tarde o más temprano deberán responder por la masacre.
La convicción
Señora, sé que usted y sus asesores dirán que fue respaldada por más del 50 por ciento de los votos. Y es verdad. Pero aunque hubiese obtenido el cien por cien de los sufragios, estoy seguro, nadie, ni uno solo de los hombres y mujeres que la votaron, lo hicieron para que se torture a seres humanos en el encierro y esposados, para gozar con las muertes impunes, para obligar a presos a salir a robar automóviles a las calles y violar a sus mujeres si se niegan y asesinarlos si la negativa persiste. Y aunque sí muchos o todos hubiesen respaldado estas aberraciones, usted sabe que los crímenes no se someten a plebiscito, se castigan.
Por eso, con un conjunto de compañeros y compañeras seguiremos con la firme convicción de romper el cerco. Es decir, si el cerco es tan sólido que no llega su respuesta a esta carta, en ese caso, escribiremos las que fueran necesarias hasta escuchar su voz sobre el tema y lograr que la cárcel se discuta en la agenda pública. Cada vulneración de los derechos de los seres humanos en prisión, o de sus familias, se transformará en una carta, y en otra, y otra y otra. Hasta romperle el cerco. Lejos de una amenaza, el aviso es tan solo para contarle que el empeño surge del profundo dolor que nos interpela.
Me quedan muchas cosas en el tintero, pero esta misiva ya se ha hecho bastante extensa. Solo quiero, antes de despedirme, recordarle el pensamiento que manifestó un argentino sobre el tema en cuestión en relación con su persona: "Sé que una de las asignaturas pendientes que tendrá que llevar Cristina adelante es el mejoramiento profundo del Sistema Penitenciario Argentino, es una tarea central para consolidar profundamente la política que todos nosotros, todos los que estamos acá y la mayoría de los argentinos, creemos respecto a los derechos humanos....", Néstor Kirchner, presidente de la Nación, en el acto de demolición de la Cárcel de Caseros, noviembre de 2007.
Sin más, en espera de su respuesta, la saluda respetuosamente:
Coordinadora Anticarcelaria