Si una persona tiene algún trastorno psíquico con suerte conseguirá alguna clínica, pero lo más probables es que termine a la deriva como tantos linyeras que vemos a diario en nuestras ciudades. Cuando una persona padece adicción al consumo de drogas con gran esfuerzo podrá realizar un tratamiento en alguna institución, siempre y cuando reúna los fondos económicos necesarios puesto que el estado no cuanta con un solo centro de salud de estas características salvo la cárcel.
Cristian fue uno de los tantos drogadependientes que como único medio de contención que encontró a sus 21 años fue la cárcel, deambuló en las calles, en alguna comisaría, institutos de menores, hasta llegar a la prisión. En una de las celdas de castigo, quizás con la certeza que ese no era un lugar para él, prendió fuego y ardió junto a él, sin que nadie pudiera evitarlo. Luego de agonizar durante dos semanas, hoy, se fue de este mundo donde nunca pudo encontrar su lugar, la pregunta es: ¿Se podría haber evitado esta tragedia? Pensemos lo siguiente… en cada pabellón de castigo se encuentra la guardia donde están apostados los custodias del lugar. ¿En ningún momento escucharon los gritos del chico, o sintieron el olor a monóxido de carbono que despiden los colchones de polietileno?
Se dice que los colchones que entregó el Servicio Penitenciario eran ignífugos y según trascendió se desprende del informe médico que los bronquios de Cristian estaban atascado del hollín que emana del monóxido de carbono.
En otro orden al juzgado no se lo puso en conocimiento al momento de los hechos y cuando este pidió los correspondientes informes le respondieron que solo eran quemaduras leves y estaba fuera de peligro. El 17 de diciembre tenía junta médica para ver su imputabilidad, no llegó porque falleció a la 1:15 hs del mismo día.
En esos momentos el custodio que se tenía que encontrar presente no lo estaba, según el relato de la doctora de guardia la que tuvo que buscarlo por el término de una hora para poder avisarle.
De esta manera surgen los abandonos de personas tanto como en los buzones de castigo como en un hospital, a nadie le interesa si un detenido fallece, para los jueces y para ustedes sociedad es un delincuente el que muere, pero para nosotros es una persona más, en este caso un chico de 21 años, y con este deceso ya sobrepasa la docena de compañeros caídos en lo que va del año en las prisiones de la región.
Con esto ya son cuatro los que se incendiaron en los buzones de castigo y sin ir mas allá en lo que va de estas semanas en el lateral del pabellón Nº 5 de la unidad “Modelo” se ahorco otro chico.
Con los tristes hechos del 11 de abril que fallecieron 14 compañeros la sociedad tuvo un pequeño reflejo de lo que ocurre dentro de las cárceles, pero parece que pronto lo olvidaron. En lo que va del año, irónicamente, ya suma la misma cifra y la sociedad pareciera que con su silencio avala y ampara el exterminio masivo y sistemático de seres humanos que se está llevando a cabo en nuestro pueblo•
Cristian fue uno de los tantos drogadependientes que como único medio de contención que encontró a sus 21 años fue la cárcel, deambuló en las calles, en alguna comisaría, institutos de menores, hasta llegar a la prisión. En una de las celdas de castigo, quizás con la certeza que ese no era un lugar para él, prendió fuego y ardió junto a él, sin que nadie pudiera evitarlo. Luego de agonizar durante dos semanas, hoy, se fue de este mundo donde nunca pudo encontrar su lugar, la pregunta es: ¿Se podría haber evitado esta tragedia? Pensemos lo siguiente… en cada pabellón de castigo se encuentra la guardia donde están apostados los custodias del lugar. ¿En ningún momento escucharon los gritos del chico, o sintieron el olor a monóxido de carbono que despiden los colchones de polietileno?
Se dice que los colchones que entregó el Servicio Penitenciario eran ignífugos y según trascendió se desprende del informe médico que los bronquios de Cristian estaban atascado del hollín que emana del monóxido de carbono.
En otro orden al juzgado no se lo puso en conocimiento al momento de los hechos y cuando este pidió los correspondientes informes le respondieron que solo eran quemaduras leves y estaba fuera de peligro. El 17 de diciembre tenía junta médica para ver su imputabilidad, no llegó porque falleció a la 1:15 hs del mismo día.
En esos momentos el custodio que se tenía que encontrar presente no lo estaba, según el relato de la doctora de guardia la que tuvo que buscarlo por el término de una hora para poder avisarle.
De esta manera surgen los abandonos de personas tanto como en los buzones de castigo como en un hospital, a nadie le interesa si un detenido fallece, para los jueces y para ustedes sociedad es un delincuente el que muere, pero para nosotros es una persona más, en este caso un chico de 21 años, y con este deceso ya sobrepasa la docena de compañeros caídos en lo que va del año en las prisiones de la región.
Con esto ya son cuatro los que se incendiaron en los buzones de castigo y sin ir mas allá en lo que va de estas semanas en el lateral del pabellón Nº 5 de la unidad “Modelo” se ahorco otro chico.
Con los tristes hechos del 11 de abril que fallecieron 14 compañeros la sociedad tuvo un pequeño reflejo de lo que ocurre dentro de las cárceles, pero parece que pronto lo olvidaron. En lo que va del año, irónicamente, ya suma la misma cifra y la sociedad pareciera que con su silencio avala y ampara el exterminio masivo y sistemático de seres humanos que se está llevando a cabo en nuestro pueblo•