Basta con atravesar los muros y las rejas que dividen los pabellones para encontrarse a simple vista, con jóvenes privados absolutamente de todo aquello que hace a la dignidad humana, basta caminar por esos anchos corredores para encontrarse con la exclusión social judicializada, penada, encerrada.
Entrar a un pabellón, hablar con ellos, mirarlos a los ojos, y ver esas miradas repetidas, miradas que solo se ven en el encierro, miradas de soledad, algunas guardan esperanzas todavía, otras se muestran tristes y vacias, ojeras pronunciadas y oscuras. Sonrisas que brillan y se desviven cuando te ven entrar y te paras a charlar. "¿Señor se toma un mate? ¿Señor mire lo que hice en el taller de herrería? Señor si espera un rato, come con nosotros, estamos cocinando un revuelto de zapallitos y otras verduras de la huerta que tenemos acá" "Señor llame a mi familia para que me venga a ver" "Señra queremos un taller de baile" "Señor ahora estamos viendo dibujitos animados" "Señor yo quiero rescatarme". Y asi el señor es inagotable.
Esto es el IRAR (Instituto de Recuperación del Adolescente de Rosario) donde están compañeros tratando de poder ser algo, y no solo voces y gritos, no solo peleas entre compañeros, no solo muerte como ellos dicen. "Tenemos 14 y 17 años, fuimos marcados desde chicos por la pobreza y la falta de contención". Nadie va preso a esa edad sin haber dado señales antes de conductas anómicas, sin haber llamado la atención de algún adulto.
Jóvenes con los cuerpos marcados de cortes, de balas, de chusas, marcas por cortarse ellos mismos para pedir que alguién vaya a verlos, sus cuerpos están marcados de por vida, y como si esto no fuera suficiente, son marcados como DELICUENTES por gran parte de la sociedad, que solo pide más y más años para chicos que pueden ser el cambio para otros en sus mismas condiciones.
Si los jueces y funcionarios de gobiernos, los legisladores y las instituciones sociales junto a los medios masivos de comunicación, y una sociedad civil comprometida a luchar por la dignidad y los derechos humanos, exigiendo educación y trabajo digno para todos estos sectores penados por ser carentes de hasta lo mas primordial, si cada uno de estos componentes del sistema se dedicaran a cuidar a nuestros compañeritos, es probable que esta realidad fuera otra, tendremos otro futuro cuando dejemos de decir yo hago mi parte.
Institutos como estos ya no serían necesarios, porque el IRAR es el resultado de lo que no pudieron como sociedad prevenir, dando contención a los sectores mas carenciados, excluidos de todos los derechos de un niño como es la educación, salud, un techo donde dormir, una familia y el derecho a jugar como tales, y no armar estos campos de tortura para jóvenes como lo es el IRAR.