jueves, 10 de marzo de 2011

Sobre la angustia de salir en Libertad


Sobre la angustia de salir en libertad

Estaba tratando de resolver problemas que no están a mi alcance.

Mordía palabras con fuerza para no caer en la simpleza de
maldecir a esos que siempre están al acecho por enturbiar mis
días. Miraba las paredes sin mirarlas, en realidad las atravesaba.

De pronto, oigo lo que mi subconsciente se encarga de receptar del
ambiente. Y no lo creo. Me indigno. Vuelvo a descreer.
Las palabras entrelazadas me parecían inaceptables. Pero ahí estaba mi compañero tratando de relacionarlas. Angustia y libertad.

Para mi totalmente independientes, lejanas, incongruentes. Me atrevo a decir que me suenan opuestas. No me imagino angustiado estando libre.

Con lo que me gusta el asfalto. Intento interrumpir porque me
parece que está confundido. No concibo ese sentimiento, ante tremenda bendición. Logro interrumpir. Pero no cambio su postura, no está errado. Al contrario, su certeza se lee en la porosidad de la voz.

Dejo que desarrolle su idea. No la comparto. Pero lo entiendo.
Mi compañero lleva años preso, aislado de la sociedad, hasta de su
sociedad más íntima. Está a punto de emerger del infierno, y no tiene nada, ni nadie que comparta el momento sagrado, de levantar el pie y no ponerlo más en este sucio umbral. Está solo. Como casi todos. No tiene oficio, ni estudios que le garanticen alguna oportunidad. Es consciente, por su experiencia, que nadie quiere emplear a un ex –presidiario. Entonces, ¿para qué usamos el adjetivo “ex”?

Años enfrascados. Es como congelarnos y luego volver a vivir tal
cual estábamos. Entonces, ¿de qué se trata todo esto? De verdad, ¿es un depósito de personas y nada más?

Mi compañero habla desde su mayor verdad. Es su vida la que corre el riesgo de ser pisoteada, despreciada, y con muy buena suerte atrapada, porque la muerte, como el diablo vive en los detalles.

Esta realidad se repite como cantidad de prontuarios. El mío
empieza con treinta y dos mil. Y yo no soy de los nuevitos. ¿Se imaginan esta cifra? Desastroso. La reinserción social no existe. No hay un organismo que se preocupe verdaderamente de hacerles comprender a los detenidos, el por qué, y el para qué del encierro.  

Nadie aporta verdaderas herramientas para poder defenderse en esta despiadada vida. Y no exijo que enseñen oficios con salidas laborales inmediatas, porque sería un necio. Estoy pidiendo ayuda y preocupación humana. Porque somos humanos que, como todos, nos equivocamos y, como todos, comprendemos.

Me detengo y pienso en las autoridades desinteresadas. Directores
con caras inexistentes y ausencias constantes. De ellos no se puede esperar nada. Jamás se preocupan. Jueces que se olvidan de nosotros, apenas pasa la fecha de juicio. Legando su omnipotencia a la secretaria mas coqueta del tribunal. Que también es sorda. El gobernante, claro éste si. Él vela por el bienestar de nuestra sociedad. Y nosotros, hoy números, somos los que en un pasado molestamos, opacamos, dañamos, fisuramos a la sociedad. Entonces, porque éste hombre no se preocupa, para lo que un día
estorba, ya no lo haga. ¿Acaso la basura no es reciclable?
Mientras más me pregunto, menos entiendo. Pienso en mi compañero, y lamento que no haya podido aclarar su cabeza, y proyectar algo para su vida. Sigo sin entender, suspendo
la lapicera y una idea ejemplificadora disipa esta nube de incertidumbres. Claro, a cualquier
dueño de supermercado le gusta y le conviene tener sus góndolas repletas de productos que no se vencen. O sea, si nosotros no
volvemos a superpoblar estas enrejadas góndolas,
el gran negocio del claustro sería otro rubro que se pierde por la falta de demanda, en este despiadado mercado de vidas.

Mi compañero tiene razón. La vida afuera es dura. Todo cuesta el triple si tenés una mochila de antecedentes penales. Amigos, compañeros y lectores. Nadie se preocupa por nosotros. La reinserción no es motivada. Depende exclusivamente de uno.

Si una persona con pasado turbio se les presenta en su puerta, y les pide trabajo, ¿no será que ya ha cambiado? ¿O que se está proponiendo llegar a esa vereda del frente, por la que camina todo el tiempo el resto de la sociedad? Señores, deben sentarse y repensar si este método de encarcelamiento y olvido está provisto de las herramientas para lograr un cambio. Si encuentran la respuesta, les ruego que se la comuniquen a alguien competente. Si lo hay.

Ciudad Interna
Nota sacada de la revista "La Mordaza"