martes, 13 de octubre de 2009

Adolescentes, Desafió continuo


Por: ciudad interna

Hoy podemos decir que tenemos a la vista el relato de una madre que habla de su hijo adolescente. Este se pone cada vez más “imposible”, negándose incluso a entrenar un hermoso cachorro que tiene en casa. Un día la madre va a la biblioteca para retirar un libro sobre adiestramiento canino. Antes de retirarse con el libro, da por casualidad con otro volumen que le parece oportuno llevar: “los adolescentes, desafió continuo”, mientras la bibliotecaria se los alcanza, le desliza un pequeño comentario: va a ser mucho mas fácil con el perro…
Esto puede provocar una sonrisa. Y tal vez algunos lamenten que sea más fácil adiestrar a un pichicho que educar al hijo adolescente. En realidad es normal que las cosas sean así, pensando que al perrito se lo puede entrenar para ser solo un perro entrenado, mientras que al adolescente hay que entrenarlo –mejor, ayudarlo a entrenarse – para ser nada menos que un hombre.
Cuesta mucho a los padres ponerse en el lugar de sus hijos adolescentes. Les habría venido bien, cuando ellos mismos adultos, sus rebeldía, su mutismo, sus llantos, sus arranques, sus decepciones… se sorprenderían de cuanto se parecerían a ese chico o a ese joven adolescente que hoy tanto le molesta.
Los padres tienen que saber que, si ellos sufren por sus problemas con los hijos adolescentes, esto también cargan con una cuota de sufrimiento que a veces supera en mucho, sin que los padres lleguen a enterarse.
Dejar definitivamente la niñez para incorporare de a poco a la juventud es un proceso donde frecuentemente se desgarra el alma. Por eso los padres, junto a la firmeza que los hijos necesitan para ver claro el camino a la educación, tienen que brindarles el marco de comprensión y paciencia de todo lo grande que se hace lentamente. La conducta se vera después;