jueves, 28 de enero de 2010


Desde el interior de una celada nos acaba de llegar una nota realizada por un compañero que en este momento tiene prohibido por las autoridades penitenciarias desarrollar sus actividades en el espacio de Ciudad Interna.

Por: Cesar Silva

Solo nos quedan las canciones de libertad, y los sonidos musicales golpeando como flechas, los corazones desolados.

Frente a esta sensación, de encontrarnos en el escenario de un gran circo romano, donde los gladiadores somos nosotros “los condenados” que cumplimos sentencia y batallamos a diario, con el dolor permanente de vivir en un lugar, con la “pena” de la privación de nuestra libertad, impuesta por autoridad.

En este lugar, una persona se encuentra a disgusto, y en contra de su voluntad, hasta la música se transforma en un sin fin de redoblantes explosivos que mata todo sueño.

No pretendemos una revolución, alterando un sistema político social, simplemente como privados de libertad, merecemos por derecho natural, se nos apliquen las mismas normas que toman en consideración la naturaleza del ser humano.

Para una buena finalidad, como privados de libertad todo lo que hacemos para bien, es porque muchos, hemos recapacitado sobre nuestros errores y falencias, por ello, queremos que sepan, que desde aquí, procuramos adecuarnos y insertarnos a la sociedad, por propia voluntad y vivir dignamente del fruto de nuestro trabajo.
Desde “Ciudad Interna” solicitamos el apoyo y comprensión de la sociedad, no nos olvidemos que nosotros también, formamos parte de ella.

Nuestra sana intención, es aprender en la madures de nuestra vida, todo lo bueno que de niños se nos privo, entre tantas cosas denegadas, la principal: educación escolar básica.

Y por consecuencia, nuestros antecedentes penales y en estado de cárcel, no se propende a una formación o un mejoramiento en los hábitos laborales de los internos.
Aquí, cuándo un interno comete un error, como descomponer una maquina, de los talleres, no se le enseña a repararla, sino que de inmediato se le impide el uso y se lo despide automáticamente, dándole de baja laboral por lo que debe esperar 45 días hábiles para que le destinen otro taller, y sin goce de peculio, digamos esto no es “procuración de capacitación del detenido para desempeñarse en la vida libre”.
La empresa encargada, de todos los talleres de la cárcel, procede con los internos, regidos por el capricho sin sujeción, a la justicia o a la razón sin comprender, que cada obrero no es un profesional, se olvidan que somos individuos en estado de aprendizaje, al que hay que enseñar, ayudar, acompañarlo y comprenderlo.

Ejemplo de ello, es el taller autogestionado por los internos “Ciudad Interna”, surgió hace unos años, con un blog y revista taller de música, teatro, taller de asesoramiento jurídico (estos 3 últimos disueltos por no facilitar las herramientas básicas), pareciera que a las autoridades no les interesa por algún motivo, que los internos logren “resocializarse”, nos preguntamos si, tendrán miedo que desaparezca la reincidencia?

Esta reflexión surge de los siguientes beneficios que recibe cada organismo por interno:

A Partir de la detención de cada sujeto, pagamos con la privación de libertad y además con el aporte a las empresas de mano de obra barata.
Fijémonos en este detalle, la ley dice que: la organización del trabajo, que se encuentre a cargo de una empresa mixta o privada, deberá remunerar al interno una suma fijada al salario de la vida libre.

Esto corresponde a la categoría profesional, de que se trata la tarjeta de primera es de $ 150, dónde se destina: un 10 %, para cubrir los daños y perjuicios causados por el delito y un 35 % , para formar un fondo propio que se le entregara a su salida (libertad).

Como detenidos desconocemos, cual es el dato principal sobre el total de dinero, se estiman estos porcentajes.
Pero, si comprendemos que el supuesto daño causado lo estamos pagando con el encierro que se asemeja a un calvario anterior a la muerte.

Otros porcentajes irrisorios, son los elevados costos, que se pagan por los servicios básicos, que utilizamos en el penal de luz y agua (una canilla de agua salada y una canilla con agua dulce para una población máxima de 80 personas).
Aunque los costos mayores se destinan (supuestamente) a la alimentación, que en verdad, da vergüenza y repugnancia al verlo.

Otro gasto es “el dinero invertido” en mantener los pabellones en buenas condiciones, obviamente, nosotros no lo notamos.
Comprendemos, que no hace falta la violencia de los motines, para hacer notar estas falencias y carencias que padecemos, por eso los detenidos pedimos a las autoridades de buena forma y manera, una mejoría para nuestra vida y también les pedimos formalmente, una oportunidad de dialogo.

Desde “Ciudad Interna” convocamos a todas las personas del mundo libre, que quieran aportar un granito de arena, para que la reincidencia se termine, visite nuestro blog www.ciudadinterna.blogspot.com y por último les dejamos una inquietud: si alguna persona conoce o sabe de algún ex privado de libertad, si se le hizo entrega, del dinero correspondiente a “su fondo propio”, nos gustaría contar con ese dato, ya que lamentablemente solo sabemos que se entregan los pasajes de micro para alejarse de Coronda.

De lo que sí estamos en condiciones de afirmar es que de los tantos jóvenes que recuperaron su libertad, alguien sigue cobrando su peculio ¿eso es corrupción o simplemente no nos quieren olvidar?