sábado, 25 de octubre de 2008

Verdura, vivirás por siempre en nuestra memoria













El día jueves en horario de la noche falleció nuestro compañero Gastón Sebastián Verdura, quien había sido trasladado al "nuevo dispositivo especial de seguridad" instalado en la Colonia Oliveros.
Esta nota fue realizada junto a compañeros del exterior de la prisión.
Uno de los compromisos más grandes que implica la militancia- particularmente aquella que es crítica, donde se denuncian injusticias y donde se intenta poner en jaque y desgastar un sistema opresor- es la idea de jugarse todo, arriesgar la vida, poner el cuerpo además del corazón y de las ideas.
Esta característica es exclusiva de este tipo de militancia, ya que aquella que es funcional a las ideas dominantes, aquella que las avala y reproduce directa o indirectamente, difícilmente sea reprimida. A veces la idea de dar la vida por una causa suena un poco romántica, es la que siempre tenemos cuando comenzamos a militar, soñamos con esa entrega. Después nos damos cuenta que sería mejor seguir viviendo para disfrutar de lo nuevo que construimos, pero esto no implica resignación, no implica dar un solo paso atrás frente a la adversidad, solamente significa que el morir en la lucha es una posibilidad que no nos debe hacer retroceder, pero tampoco es la condición necesaria para triunfar en una causa. Militar en el contexto actual, si bien no implica los riesgos de los '70, también es una actividad donde se juega a cada momento nuestra integridad. Quienes militamos afuera sabemos lo que es ser fotografiado en las marchas, conocer de memoria las caras de los infiltrados en las manifestaciones, recibir amenazas telefónicas, escritas, directas, en la calle, en la escuela, en el trabajo... y sin embargo sabemos que nos debemos a la lucha, que el camino hacia nuestro horizonte no es fácil, y que el aparato represivo muta en su forma y en algunos de sus métodos, pero seguimos denunciando por todos los medios que no desaparece, que no lo han desmantelado, que se conserva intacto y mas sofisticado.

Pero militar desde adentro significa no siempre encontrar estos medios de denuncia que trasciendan las fronteras institucionales, es sentir que los gritos muchas veces quedan ahogados por los muros. Por eso es tan valioso que exista un espacio que pueda ser canal para que los gritos se escuchen mucho más fuerte y el exterior sepa qué es lo que está pasando con las personas ahí adentro. Quienes militan desde "adentro", se encuentran con obstáculos aún mayores que quienes se encuentran en libertad. Es tener al enemigo en casa, convivir con él, no poder tomar distancia ni determinadas precauciones porque no se goza de libertad física para hacerlo. Y es en esas circunstancias cuando cada palabra que se pronuncia, cada movimiento, cada denuncia, cada acción, uno poner en juego la propia vida. Eso es lo que pasa diariamente en Coronda, es luchar cotidianamente por vivir, y a la vez entregar un poco de vida cada día en la lucha por la libertad. Esa es la entrega que siempre caracterizó la lucha de los compañeros Carlitos y Verdura, quienes fueron capaces, aún en las condiciones más denigrantes e inhumanas, de denunciar el padecimiento al que estaban sometidos, y comprometerse en la lucha por el cierre de ese antro de tortura y muerte denominado "Corralito". Se animaron a denunciar en público los vejámenes a los que estaban siendo sometidos, no tuvieron miedo ante el monóxido de carbono y las llamas, se jugaron todo en el convencimiento de que ningún ser humano puede ser sometido arbitrariamente a condiciones de vida como las que ellos toleraban. Cuando el "Corralito" fue cerrado, jamás se reconoció el esfuerzo de estos dos compañeros que se comprometieron en esa causa, pero creemos que el reconocimiento más importante y más justo que se les puede hacer, es recordarlos, levantar y reivindicar su lucha y su bandera en cada acción que llevamos adelante contra cualquier injusticia.

Ayer uno de estos compañeros murió, las versiones oficiales indican un caso de "suicidio", pero quienes conocimos a “Verdura” no creemos esa hipótesis, no creemos que nuestro compañero haya sido capaz de quitarse la vida…él la amaba. Este descreimiento también se basa en la existencia de conflictos previos con el personal de la institución donde se encontraba. Él se hallaba en condición de "paciente" de la Colonia Psiquiátrica de Oliveros, hospedado en un "dispositivo de seguridad" dentro de esta institución. Para hablar sin eufemismos, se encontraba en condición de cárcel dentro del mismo Psiquiátrico, lo cual resulta tan inadmisible como un psiquiátrico adentro de una cárcel. Éste hecho, como tantos otros que denunciamos diariamente, es una muestra más de la ineficiencia y sobre todo la inhumanidad de las instituciones que brindan respuestas de carácter represivo o pseudo "terapéutico" a cuestiones de carácter social. La mejor manera de mantener vivo el recuerdo de este compañero es reivindicar y, sobre todo, continuar con las luchas por las que él realmente se jugó la vida.