domingo, 9 de enero de 2011

...IDA Y VUELTA

En un ida y vuelta vemos como el resultado de nuestros trabajo va dejando su frutos, en respuesta a nota que titulamos, El terrorismo de estado continua, la Unidad Antirrepresiva por los Derechos Humanos, organismo de la Ciudad de Rosario que integra la Coordinadora Anticarcelaria, de la cual Ciudad Interna es parte, no envió una nota aportando información relevante sobre el desarrollo del Servicio Penitenciario a lo largo de los años, también en ella nos envían un propuesta de trabajo en conjunto.


Hemos leído la denuncia de los compañeros de Ciudad Interna titulada “El terrorismo de Estado continúa” y nos ha movido a algunas reflexiones que nos plantean tareas pendientes, a nuestro juicio, de gran necesidad.


Esta placa fue colocada en la puerta de la Unidad Modelo de Coronda
 cuando asumio el gobierno socialista

Creemos que esa placa es una ofensa a los compañeros que pasaron por allí y que incluso murieron allí. Para que no tenga el sentido de encubrimiento que tiene, debería decir por lo menos “Aquí EL PERSONAL PENITENCIARIO reprimió, torturó y mató a militantes políticos, gremiales y sociales, ACTUANDO COMO FUERZA CONJUNTA CON GENDARMERÍA Y EL EJÉRCITO ARGENTINO”


Esa placa que, por decirlo de alguna manera, escrachan los compañeros, es la falsificación más absurda de la historia reciente y el encumbrimiento más escandaloso de los verdugos de siempre: el Servicio Penitenciario.
En primer lugar, porque el 90 % de la mano de obra para los delitos de lesa humanidad cometidos en las cárceles provinciales, fue (como es ahora) tropa penitenciaria.
El Pabellón 5, originariamente el pabellón de presos políticos, fue una verdadera escuela de verdugos viejos y jóvenes.
Allí se destacaron “Zobaco” Rodriguez, Suárez Vázquez, el Colorado Marchesín, y una infinidad más que pasaron en esos años haciendo armas en eso de manejar un centro de detención de presos políticos.
Una causa originaria, radicada en un Juzgado de Instrucción de los Tribunales Provinciales de Santa Fe, la llamada “Causa Sassi” (por el compañero que encabezó la denuncia), contiene la descripción de gran parte de los delitos de lesa humanidad cometidos por los penitenciarios y sus nombres y grados. Hoy está incorporada a los procesos en curso en la Justicia Federal, pero significativamente no aparecen imputados de esta fuerza al menos públicamente señalados.
El Frente Progresista, Cívico y Social no ha impulsado en ningún momento la investigación de la participación que tuvieron las tropas de Lendro Corti en el genocidio, y los discípulos de esa escuela y descendientes familiares de asesinos, siguen haciendo de las suyas en distintas cárceles.
En http://argentina.indymedia.org/news/2010/11/759721.php, publicado por Ciudad Interna, se pueden ver apellidos ilustres de la familia penitenciaria, como Marchesín.

Creemos que esa placa es un ofensa a los compañeros que pasaron por allí y que incluso murieron allí. Para que no tenga el sentido de encubrimiento que tiene, debería decir por lo menos “Aquí EL PERSONAL PENITENCIARIO reprimió, torturó y mató a militantes políticos, gremiales y sociales, ACTUANDO COMO FUERZA CONJUNTA CON GENDARMERÍA Y EL EJÉRCITO ARGENTINO”. Porque no es cierto que fuera bajo la “dirección” o “supervisión” de nadie, sino en carácter de fuerza integrada a lo que se denomina “plan sistemático de exterminio” y claro está que dentro de ellas había primacías y mandos y subalternos, pero de ninguna manera, por tener grado menor, dejaban de obrar conjunatamente. Está probado con las condenas habidas que el hecho de que la Policía de la Provincia estuviera bajo “control operacional” del Ejército, en nada exime de responsabilidad por los crímenes cometidos. El llamado socialismo miente alevosamente: el SPSF estaba también bajo “control operacional”, y operacional quiere decir que respondía a órdenes para operaciones, que en la gran mayoría de los casos, eran cometer hechos aberrantes contra los presos y de ninguna manera puede admitirse la palabra “dirección” como dice la placa, porque eso está puesto para atenuar las responsabilidades de los penitenciarios por el genocidio.
En realidad hay que decir con todas las letras que lo que hace esa placa ES REIVINDICAR LA OBEDIENCIA DEBIDA DE MANERA SESGADA. Es que si la dirección era de Gendarmería y la supervisión del Ejército, y a los penitenciarios ni se los nombra, pareciera que estamos ante una pobre gente que no tuvo más remedio que acatar esas órdenes, que es lo que dicen de Videla para abajo todos los milicos. Y es por eso también que es pura perfidia que se nombre el lugar, pero no a los agentes principales de la represión, tortura y asesinatos. Por otra parte, esa costumbre de decir “en este lugar...” sin mencionar a los criminales, es muy propia de Binner y su banda encubridores.
Esto que están cometiendo, es una barbaridad sin atenuantes. Porque debemos considerar que los penitenciarios son la parte más sucia y cobarde de esa lacra de represores: son los que verduguean a gente ya reducida sin afrontar siquiera el riesgo de otras tropas que pueden contar con la resistencia de los reprimidos que no se encuentran reducidos, tal como está un preso.
Creemos que hay todo un trabajo para desarrollar, porque a poco de comenzar una profundización investigativa, nos encontraremos con una infinidad de hechos en los que tomaron parte con enorme entusiasmo los penitenciarios, que por otra parte, no están siendo juzgados como sí ocurre al menos con algunos en juicios en Buenos Aires, Córdoba, etc.
En los listados de represores como el del Grupo Fahrenheit, aparecen sólo dos penitenciarios provinciales de Salta y Entre Ríos y 86 del SPF. Obviamente que este listado ha quedado desactualizado en el desarrollo de los juicios que han sacado a la luz a miembros de fuerzas de seguridad y civiles que hasta ahora habían escapado al señalamiento.
Pero en todo caso, si comparamos las cifras, hay un evidente atraso en el trabajo de investigación y denuncia en todas las Provincias. En dos masacres terribles, como las de Margarita Belén en el Chaco y Palomitas en Salta, los compañeros fusilados provenían de cárceles como Coronda. Y en nuestra Provincia, a Daniel Gorosito lo sacan para matarlo de esta cárcel. ¿Es posible atribuir ignorancia, prescindencea, obediencia debida o lo que carajo fuera a los penitenciarios que compartían el mando con la Gendarmería o el Ejército?. Por lo menos, a riesgo de ser cómplice, hay que investigarlo muy bien. Para sacarlo a Daniel Gorosito de Coronda, en medio de una tarreada y griterío descomunal de los compañeros que denunciaban el destino del compañero, no fue un comando de fuerzas externas a asaltar el penal y llevárselo. Fueron los penitenciarios los que lo tenían reducido, fue con sus llaves, con sus esposas, con su tropa que lo entregaron. ¿Acaso hubo alguna denuncia por parte de alguno que se pueda considerar buen funcionario que aportara algo en el caso?. No. Son todos cómplices.
Y esto por no mencionar a los compañeros HORMAECHE, Luis Alberto, muerto el 19 Diciembre de 1977, VOISARD, Juan Carlos, muerto por falta de atención médica en Coronda el 15.08.76, por falta de atención médica en cárcel de Coronda, o SAN MARTÍN, Raùl Manuel, muertos en su celdas porque los penitenciarios le negaron atención para sus graves enfermedades. Y estos penitenciarios médicos y enfermeros, tienen nombre y apellidos y por nombrar algunos, pongamos al Oficial médico VALLS, al Oficial médico TRAVERSO, al enfermero AGÜERO ACUÑA . Sacerdote del penal, padre GUADAGNOLI
La sucesión de DIRECTORES DE LA CARCEL DE CORONDA es la siguiente: 1976, subprefecto MARIANO ZANINOVICH; 1976, comandante G.N. JUAN ANGEL DOMINGUEZ; 1977, comandante pr. G.N. OCTAVIO CIRONE 1978; comandante G.N. ADOLFO KUSHIDONCHI 1979; alcalde mayor TEODORO BAGNOLI; 1980 alcalde JUAN BORGORATTO 1981-82; alcalde mayor JUAN CARLOS MARIONI; 1983 alcalde mayor WALTER RAUL LOPEZ. Pero durante el período de arranque de la implementación del más duro régimen interno (clausura de ventanas, despojo de todo artículo de celda, golpizas, castigos arbitrarios, encierro sin recreos, creación de los “chanchos” del Pabellón 5 [un minicentro de tortura] y un sinfín de tormentos, estuvieron como puño de hierro, el Alcalde Mayor ACOSTA y el Alcalde mayor MATTOS, este último uno de los más repulsivos por su participación personal y entusiasta en los tormentos y en la orden inmediata de aplicación de los mismos.
Y ni hablar de la “asistencia espiritual” del Sacerdote del penal, padre GUADAGNOLI, que verdugueaba “a domicilio” y realizaba su trabajo para Inteligencia del SPSF.
Se escudan en papeles y órdenes superiores para escapar a la responsabilidad de lo que hacían con gusto incluso.
Pero imaginemos la complicidad de los de las cárceles de Córdoba, en cuyos patios se mataba, de La Candelaria, de Villa las Rosas.
Creemos que basta este ejemplo de lo que son los penitenciarios y su participación criminal para ilustrar sobre lo que queremos decir:

El 6 de julio de 1976 en horas de la mañana el director del penal de Villa Las Rosas, Braulio Pérez, recibió una citación del entonces jefe de la Guarnición militar Salta, Coronel Carlos Alberto Mulhall. En despacho del militar, Mulhall le informó que esa tarde se iba a proceder a un simple traslado, sin proporcionarle los nombres ni el número de los presos.

Fue así como a las 19.45 de ese día se presentó ante Pérez el capitán Espeche portando una orden escrita y la lista de los detenidos.

Enseguida se ordena no registrar en los libros de la cárcel la salida de los presos. También se ordena retirar de los lugares de acceso a todo el personal subalterno, permitiéndose que sólo los guardiacárceles afectados a los muros permanezcan en sus puestos.

El único documento escrito que se conserva es la orden de Mulhall, que obra en el expediente judicial iniciado en Salta. Las órdenes verbales fueron corroboradas por la testigo Juana Emilia Martínez de Gómez, celadora del penal, y el oficial del Servicio Penitenciario de la provincia de Salta, Juan Carlos Alzugaray.
El grupo del Ejército estuvo compuesto íntegramente por oficiales, sin insignias ni distintivos. Todos se nombran entre sí a través de sus nombres de guerra. Antes de la llegada de los oficiales se apagan todas las luces del penal excepto las del lugar donde estaban los presos a trasladar. Hasta allí llega un grupo de guardiacárceles que entrega los once (11) presos a los militares que esperaban afuera, a oscuras, con linternas en sus manos. De acuerdo con las órdenes las personas desalojadas del penal debían sólo llevar lo puesto.
Como se verá, la secuencia es un modelo que se repite en todas partes: el Jefe de la cárcel recibe órdenes escritas que no dicen nada (en este caso no se sabe para que lo citan al tal Braulio Pérez si le iban a escribir la orden); los testigos, penitenciarios obviamente, confirman otras órdenes operativas verbales; son ellos los que hacen el operativo. Al ejército sólo le faltaba tirar sobre gente reducida por los penitenciarios.
Pero a este ejemplo hay que completarlo con algo esencial, que prueba que ninguno de estos verdugos ignoraba en que estaban trabajando, y más todavía, en que estaban disfrutando. El mismo que recibió una orden escrita y está impune, hizo esto:
Días antes el Director del Penal de Salta, Braulio Pérez en una vista que les hizo, a las detenidas políticas les dijo que los militares venían "quinteando". Al preguntarle qué significaba eso, dijo textualmente: "Uno, dos, tres, cuatro, cinco...al paredón...". (Testimonio de Graciela Lopez, sobreviviente a la Masacre de Palomitas)
Más clara demostración de lo que estos cobardes son capaces de hacer, imposible.
De hecho que hay muchos más, cárcel por cárcel, entre las cuales algunas se han destacado como la U9 de La Plata por la cantidad de crímenes cometidos por las tropas conjuntas en las cuales revistaban las penitenciarias.
Nuestro propósito es desnudar de una vez por todas que estos no eran una especie de subordinados inocentes que se dedicaban a la custodia y atención de presos: fueron parte de la maquinaria genocida y como tales deben ser identificados como institución.
Lo que queremos proponerles es un trabajo conjunto sobre esta cuestión, empezando por Coronda, para que, sabiendo que bajo los Gobiernos que padecemos siguen LOS GOLPES Y EL TERRORISMO DE ESTADO -ahora aplicado a los sectores más pobres de esta sociedad injusta que son los que van a parar a la cárcel- denunciemos y denigremos a esta fuerza con la verdad de lo que son. Porque, aunque parezca increíble, son los que más disfrutan de la impunidad, los que cometieron tantos delitos de lesa humanidad como las otras fuerzas y los que más cometen diariamente bajo ese espejismo de ser simples guardias. Y en la falta de castigo se asienta su impunidad de hoy.
En la Provincia existe un documento que se llama comunmente “Informe Borgonovo” (por el funcionario autor del mismo, Esteban Borgonovo) que dio origen a la remoción del cargo de cierta cantidad (no mucha) de policías partícipes de delitos de lesa humanidad. Pero el SPSF ha quedado prácticamente al margen de una aunque sea mínima pero elemental limpieza. Cómo no van a sentirse alentados a ser la escoria humana que hoy son, las bestias que hoy son, los criminales que hoy son. La impunidad de los antepasados alienta a sus sucesores a ser doblemente bestiales.
Sepan Ustedes disculpar la extensión de la presente propuesta, pero es que necesitábamos explicar mínimamente nuestros puntos de vista y esperamos que compartamos siquiera algunos que nos permitan trabajar en común este asunto.
Fraternalmente

Unidad Antirrepresiva por los Derechos Humanos – UADH Rosario -

http://uadh.org/ - info@uadh.org